
Súbete a la bicicleta
Justificación
Desde la escuela se intenta educar a los niños globalmente, atendiendo a los diversos factores que les forman: cognitivos, motrices y afectivo-sociales, tal y como enumeran Castañer y Trigo (1995). Desde el área de Educación Física en Primaria, se deben buscar actividades que desarrollen al alumnado en su totalidad, proporcionándole retos que le provoquen multitud de experiencias, para que a la larga, estas actividades se conviertan en parte de su vida diaria, construyendo con ellas un ocio activo y saludable. Se debe tener presente que “la calidad de las experiencias motrices vividas y los éxitos o los fracasos encontrados durante las mismas se encuentran entre los determinantes críticos de la percepción del alumno en relación con una actividad deportiva” (Pieron, García y Ruiz, 2007, p. 22). Por tanto, hay que buscar actividades motivadoras y satisfactorias dirigidas al alumnado atendiendo siempre a la perspectiva ecológica concreta de cada grupo de alumnos y de cada alumno individual.
Tras cuatro años de formación sobre las necesidades educativas, los instrumentos y recursos que se pueden utilizar, entre otros muchos conocimientos, y gracias a la asignatura “Educación Física en el Medio Natural” impartida por el tutor de este trabajo en la Facultad de Educación y Trabajo Social de Valladolid, me he convencido de las posibilidades educativas que tendría la inclusión de las actividades físicas en el medio natural (AFMN) en los centros escolares.
La mayoría de las personas reconocen los valores y posibilidades de estas pero, por otro lado, pocos centros urbanos plantean actividades que acerquen a los alumnos al medio natural debido a diversas circunstancias (Arribas, 2008). Ese tópico acerca de la actividad física se convierte, en algunos casos, en una utopía (Santos, 2003). La mayoría de las veces nos encontramos con diferentes impedimentos para su desarrollo, algunos están directamente relacionados con las condiciones que se dan en las escuelas tales como la escasez de tiempo, de espacios y de recursos y también por las limitaciones personales y formativas de los docentes, que tienen mucha carga lectiva y en algunas ocasiones reciben poco apoyo por parte del resto de la comunidad educativa. Sin embargo, sabiendo el origen de estas problemáticas, podemos abordarlas e intentar solucionarlas con diferentes alternativas (Arribas, 2008).
La bicicleta se incluye dentro de las actividades físicas en el medio natural y es un elemento que forma parte de nuestra cultura y sociedad, la mayoría nos iniciamos en ella fuera de los recintos escolares, en el ámbito familiar y/o con el grupo de iguales. Yo recuerdo la presencia que tenía en mi vida diaria cuando era niña, como muchos niños, salía casi todos los fines de semana a andar en bicicleta con mi padre. Me acuerdo de los sitios a los que iba, el cómo me enseñaba y, poco a poco, iba aprendiendo y adquiriendo una mayor confianza con la bicicleta y, sobre todo, lo que disfrutaba de esta práctica. Esta actividad que ocupaba mi tiempo libre además me proporcionaba unos lazos más afectivos hacia mi padre y, a la vez, adquiría gusto por esta práctica deportiva que a día de hoy me sigue gustando y practico como ocio, transporte y me ayuda a seguir descubriendo los diferentes parajes que rodean la ciudad y que para muchos son desconocidos.
Esta experiencia, que seguramente comparta con muchas personas, sigue dándose en la actualidad. La mayoría de los niños siguen aprendiendo esta práctica junto a sus familias, representando un reto a superar, compartido entre el maestro/a y aprendiz. Por tanto, desde mi visión fundamentada en la de muchos otros, creo que el incluir este elemento como recurso educativo en las escuelas da lugar a un planteamiento de una propuesta con múltiples beneficios y ventajas.
Una de las características que más se repite y se debe tener en cuenta en la preparación de las actividades y materiales es la motivación del alumnado. Con la bicicleta conseguiríamos dicha estimulación aportando a los alumnos los retos, la aventura, la autosuperación, “la novedad, las vivencias diferentes, el placer de jugar, el probarse, el relacionarse, el descubrir y dominar el medio y la libertad percibida durante su desarrollo” (Arribas, 2008 p. 90) y coincidiendo con Gómez Palacios (1991), el mero hecho de realizar actividades fuera del aula favorece esta motivación ya que carga a la actividad de simbolismo y diversión. El incluir un elemento “externo” en los centros educativos y que dicho recurso sea símbolo de ocio, nos asegura que esta motivación tan buscada se encuentre presente en la propia actividad. Hay que aprovechar esto para tratar la educación del ocio y para el ocio (Puig y Trilla, 1996), con el alumnado. Al ocio se le atribuyen tres funciones de descanso, de diversión y de desarrollo personal, esta última es la que se relaciona directamente con el ámbito de la educación, indicando sus posibilidades formativas contribuyendo al desarrollo y mejora de actitudes, valores, conocimientos, etc. (Espejo Villar, 1998).
Para concretar todo lo anterior, el uso de la bicicleta como recurso educativo da lugar a una educación global del alumnado atendiendo a los factores mencionados al inicio de este apartado: cognitivo, motriz y afectivo-social. Múltiples autores muestran las posibilidades que ofrece la bicicleta de montaña, y todo tipo de bicicletas en la vida diaria y en el ámbito educativo, coincidiendo con Ascaso et al. (1996):
La bicicleta de montaña- bicicleta de todo terreno- puede tomarse como un medio de diversión, un medio de esparcimiento; es un implemento que posibilita la ampliación del espacio conocido y el descubrimiento del espacio circundante, aumenta las posibilidades de movilidad y autonomía del niño; puede ser un vínculo para hacer amistades y relacionarse con ellas; y además, por todos es conocida su contribución al óptimo estado de forma física, pues es un trabajo aeróbico que fortalece el sistema cardiorrespiratorio y cardiovascular, tonifica el tren inferior y desarrolla las capacidades de equilibrio-reequilibrio. (pp. 116)
También es una actividad con carácter interdisciplinar y transversal, educa a los niños hacia un posible futuro como conductores a través de la seguridad vial y crea una conciencia crítica ante la problemática ambiental, entre otras muchas vertientes. Muchas asociaciones aportan ejemplos y materiales para la inclusión de la bicicleta como recurso educativo. En España existen programas desarrollados (1) con escolares de muchas ciudades que intentan introducir su uso como medio de transporte alternativo y como herramienta educativa integral. Algunas iniciativas proponen el uso de la bicicleta utilitaria acudiendo con ella a la escuela, también como opción de ocio, paseando por la ciudad en bici, entre otras muchas propuestas, y como contenido escolar globalizado, al mismo nivel que cualquier otro.
Basándome en dichos programas, en los diversos autores que han desarrollado temas similares, en lo aprendido a lo largo de mi formación y desde mis experiencias personales plantearé una propuesta de inclusión de la bicicleta como recurso educativo en un centro escolar.
(1) Alguno de ellos serían: Aula en bici (2010); BiciCras (2011); Cáceres se sube a la bici (2012); CEIP Ágora (2010); CEIP. Clemente Fernández de la Devesa (2013); Centro Grial (2013); Cicloeducación del CRA Tierras de Medina (1995); Con bici (2007); CRA de Torrelobatón (2013); La bici escuela. Pro Velo (2009); Melilla con bici (2000)